De Norte a Sur, a dedo, en auto y hasta sobre “Malena”, su moto, Natalia Grinovero y Antonella Moggia, dos amigas oriundas de Paraná, se embarcaron en una aventura sin destino ni fechas, llevan más de un año en las rutas, viajando, conociendo personas y lugares increíbles.
Son las mismas chicas que se fueron de Paraná en junio de 2012 pero con una gran diferencia: hoy tienen millones de anécdotas para divertirse de por vida. Llevan una mochila llena de ilusiones y viven bajo el lema Why Not? (¿Por qué no?). Esta dupla singular formada por Natalia Grinovero (abogada) y Antonella Moggia (mandataria), ya lleva 15 meses lejos de la ciudad.
Un 8 de junio partieron para vivir la gran aventura de sus vidas. El inicio ya fue surrealista, ya que cuando llegaron a Ezeiza, una de ellas tuvo que viajar 3 días más tarde por un problema en el pasaje. Luego, se reencontraron en su primer destino: Playa del Carmen.
Así comenzó un recorrido que las hizo vivir experiencias que muchos no se atreverían, como donar sangre a la salida de un supermercado en Miami; comprarse una moto para poder viajar; cruzar la peligrosa frontera mexicana solas en auto; cruzar de Panamá a Colombia (por el Tapón del Darién) en un viaje de nueve horas en lanchas, con olas de medio metro; dormir en las aldeas locales; fumar un puro mientras un cubano les leía la mano; parar el auto en el medio de la ruta para jugar al frisbee; pasear en sus skates o hacer dedo en medio de un cerro. Valijas en mano, también volaron a Miami y Cuba, viviendo la experiencia de viajar sin ataduras, a donde las llevara el viento. Conocieron a otras personas iguales a ellas y crearon amistades, con quienes compartieron, el hospedaje y noches de luna en la playa, la forma perfecta de conocer la idiosincrasia de los lugares, sus realidades y bellezas.
Un 8 de junio partieron para vivir la gran aventura de sus vidas. El inicio ya fue surrealista, ya que cuando llegaron a Ezeiza, una de ellas tuvo que viajar 3 días más tarde por un problema en el pasaje. Luego, se reencontraron en su primer destino: Playa del Carmen.
Así comenzó un recorrido que las hizo vivir experiencias que muchos no se atreverían, como donar sangre a la salida de un supermercado en Miami; comprarse una moto para poder viajar; cruzar la peligrosa frontera mexicana solas en auto; cruzar de Panamá a Colombia (por el Tapón del Darién) en un viaje de nueve horas en lanchas, con olas de medio metro; dormir en las aldeas locales; fumar un puro mientras un cubano les leía la mano; parar el auto en el medio de la ruta para jugar al frisbee; pasear en sus skates o hacer dedo en medio de un cerro. Valijas en mano, también volaron a Miami y Cuba, viviendo la experiencia de viajar sin ataduras, a donde las llevara el viento. Conocieron a otras personas iguales a ellas y crearon amistades, con quienes compartieron, el hospedaje y noches de luna en la playa, la forma perfecta de conocer la idiosincrasia de los lugares, sus realidades y bellezas.
Todo lo que hicieron, ¿fue una cuestión de valentía o de locura?
"Intentar algunas vez en la vida, en la única que tenemos, cruzas los limites, desatar nudos, animarse a lo desconocido". |
Un poco de todo.
Realmente no nos ha pasado nada grave gracias a Dios. Nos robaron una vez, sólo un poco de plata, y sin ninguna agresión física, lo que hizo que estuviéramos dos días sin casa, durmiendo en un hostal, y tratando de conseguir un lugar en plena temporada alta, en México, recorriendo la ciudad a pie con alrededor de 40 grados de temperatura. Nunca sentimos desesperación. Una de las situaciones más complicadas que nos tocó vivir fue quedarnos varadas en medio de la montaña en México (en la ruta entre San Cristóbal de las Casas y Palenque); la camioneta en la que andábamos se rompió y tuvimos que pasar la noche ahí. Esa zona está habitada por comunidades mayas que en medio de la noche rodearon la camioneta alumbrándolos con linternas y hablando en su propia lengua. También, viajando en moto hemos atravesado momentos difíciles (diluvios, ripio, montañas, rutas en mal estado, niebla), pero nada tan grave como para desistir de esta aventura. Es una cuestión de actitud, no tenemos horarios ni metas fijas, exprimimos de cada momento una experiencia que agregar a nuestras mochilas.
Dejaron sus trabajos para vivir esta experiencia. Una decisión jugada, ¿no?
La idea de viajar no fue muy pensada. Nos habíamos ido de vacaciones a Buzios con otra amiga, en marzo, y allí surgió la idea de hacer un viaje más largo, no tan planeado. En principio, el plan era salir a fines de 2012, pero las cosas se fueron dando para que emprendiéramos esta aventura unos meses antes. El dinero con el que contábamos en ese momento no era suficiente, así que decidimos vender lo que teníamos. Como si el destino quisiera que nos fuéramos, todo se fue dando y a principios de junio teníamos todo listo para arrancar. Tener "todo listo" es una manera de decir, nunca se está preparado del todo para dejar tu lugar, tus amigos, tu familia, tu trabajo.
La primera parada fue Playa del Carmen
En un primer momento, la idea era quedarnos a vivir un año en México; es un país paradisíaco, muy turístico, que te permite conseguir trabajo fácilmente y lejos de la inseguridad que se vive en los demás estados mexicanos. Playa del Carmen es un pueblo pequeño, tranquilo y cálido. Tiene muy pocos habitantes locales, la mayoría son extranjeros: italianos, españoles, franceses, israelíes, brasileros, estadounidenses, venezolanos, colombianos, y como no podían faltar, argentinos. Eso hace que el lugar sea una especie de refugio para los que van llegando. La mayoría de los que residen acá tienen las mismas "preocupaciones" (la vida es realmente relajada), inquietudes y anhelos.
¿Qué pudieron recorrer de la zona?
Conocimos los pueblitos que se encuentran en la Riviera Maya (se llama así a toda la región que abarca desde Puerto Morelos hasta Puerto Allen, en el estado de Quintana Roo). Conocimos Tulum (según dicen, será el nuevo destino turístico en los próximo años), Akumal, Islas Mujeres, Cozumel, Puerto Aventuras y Cancún. Otro espectáculo realmente maravilloso y digno de ver, son los cenotes (vertientes de agua dulce en cavernas subterráneas, algunos son abiertos, otros cerrados, como una cueva); están uno al lado del otro sobre la carretera que va desde Cancún a Tulum.
¿Qué les gustó de Cuba?
Cuba fue increíble, en un montón de aspectos. Visitamos La Habana, Trinidad, y Santa Clara (donde está el museo del Che). Dentro del museo nos emocionó una revista de rugby (editada por Ernesto Guevara, quien era jugador), en la que había una foto de un partido y al pie se nombraba al Club Estudiantes de Paraná y a nuestra ciudad. Fue muy loco, estando tan lejos y en un museo de una figura tan importante históricamente, sentir como nuestro hogar era parte de la historia cubana.
¿Cómo es la vida del cubano?
En la isla, hay dos clases: el turista y el lugareño, por lo que se manejan dos monedas, el peso cubano y el cuc, moneda que es utilizada generalmente por los turistas. Los cubanos ganan en moneda nacional, y el equivalente de un cuc son 25 pesos cubanos, o sea que los productos en cuc son casi inalcanzables para los habitantes. Y como para nosotras tampoco era todo "alcanzable", decidimos vivir como cubanas, es decir, comprando sus productos y utilizando sus servicios. Estar allí fue un viaje en el tiempo, algo así como volver al pasado. No hay Internet, el alumbrado público es escaso, casi no se usan celulares. No existen grandes negocios, sólo algunos pocos en las zonas turísticas, los cuales son del Estado y solo aceptan el cuc. Los "quioscos" se ubican en las casas, donde se atiende desde la ventana; allí hay carteles hechos con cartón, donde están los precios de los alimentos, totalmente caseros (turrones, helados de maní, de frutas, limonadas, pizzas, ensalada de frutas, sándwiches, pan, galletas, arroz con frijoles, pastas y carne de cerdo).
¿Cómo se trasladaban por la ciudad?
Los medios de transportes urbanos son autos muy antiguos a los que llaman máquinas y transportan de 6 a 8 personas.
También existen taxis, bicitaxis y cocotaxis (motos que parecen un triciclo techado en forma circular). Los transportes suburbanos son mínimos, para los cubanos trasladarse de un lugar a otro dentro de la isla es toda una aventura, algo totalmente incierto. Se manejan en bicicleta, a dedo o a pie.
Luego de Miami, se fueron a recorrer Estados Unidos de costa a costa y bajaron a México, pero ya no estaban solas.
En Miami conocimos a Jason, un canadiense de 27 años que estaba de vacaciones por ahí. Le contamos un poco de nuestro viaje y se entusiasmó mucho. En ese momento nuestro plan era juntar plata y comprarnos un auto pero él nos propuso poner el suyo y viajar con nosotras. La idea fue tomando color y cada día se tornaba más posible. Por otro lado, nosotras nos habíamos mudado a la casa de una argentina llamada Vicky, que llevaba viviendo 10 años en Estados Unidos y que fue como nuestra hermana, a la que conocimos a través de dos uruguayos para quienes trabajamos en un servicio de catering, que nos hicieron sentir parte de su hermosa familia.
¿Empezaron a armar el recorrido del viaje los cuatro?
Sí, nos encontramos con Jason en Nueva York y empezamos la aventura. El venía manejando desde Quebec, en Canadá. Dos días antes de salir vino a visitarnos una amiga santafesina, Juli, a quien convencimos de que viajara con nosotras mientras preparábamos el bolso. Ahí nomás compró su boleto ¡así de planeado iba a ser nuestro viaje! Los primeros 10 días recorrimos Estados Unidos de costa a costa: Tennessee, Memphis, Nashville, San Francisco, Las Vegas, Los Ángeles y San Diego. Luego seguimos solas las tres, ya que Vicky y Jason volvieron a sus casas. El desafío era cruzar todo México desde Tijuana. Los riesgos eran muchos pero el espíritu aventurero le ganó a los miedos.
"La línea está siempre en el mismo lugar, la decisión de cruzarla la tenemos nosotros...Y si saltamos?... Why not?” |
Si bien es un viaje sin grandes comodidades, de algo hay que vivir ¿Cómo se están manteniendo económicamente?
Hemos hecho de todo: animamos fiestas infantiles, fuimos recepcionistas y administrativas en una clínica, fotógrafas, bartenders, trabajamos en una tortillería, en un catering, repartiendo publicidad, vendiendo empanadas en la calle, dando clases de español y hasta hicimos una feria con nuestra propia ropa porque en un momento nos encontramos sin dinero, por lo que vendimos lo que teníamos, computadora incluida.
¿Cómo consiguen los trabajos?
En México recorríamos bares, restaurantes y nos presentábamos personalmente. También mandábamos nuestros currículums por correo electrónico. Y, obviamente, a través de los periódicos o revistas alusivas a la búsqueda de empleo. En Estados Unidos se manejan muchísimo por Internet y por teléfono, así que cuando veíamos los avisos, llamábamos y concretábamos una entrevista, pero la experiencia nos dice que no hay mejor medio para conseguir un trabajo que presentarse personalmente y demostrar ganas de hacerlo.
¿Y la familia que las espera en Paraná como lo está tomando?
Nuestras familias nos esperan siempre. Están atentos a cada paso que damos y tratamos de mantenerlos comunicados para no preocuparlos. Algunos están de acuerdo con nuestra locura y otros no tanto, pero nos respetan y nos acompañan desde su lugar. Y este apoyo nos da fuerzas para continuar. No debe ser fácil para ellos, menos aun con un viaje como el nuestro, en el que vamos cambiando de destino sobre la marcha.
¿Cómo es la segunda etapa del viaje que comenzaron? Se acerca el final?
Aurora madre de Antonella
“La experiencia de las chicas me parece fantástica, increíble todo lo que están haciendo. Hay momentos que han sido muy arriesgadas pero han podido superar todo porque son muy valientes. Yo no las extrañé nunca porque estoy al tanto de lo que van haciendo y comunicada con Anto casi a diario. No soy de extrañar a mis hijos, me encanta que hagan lo que los haga feliz”.
Natalia Grinovero
“Estar a miles de kilómetros de Paraná y sentir a un lugar como tu hogar es impagable. Sentirme en casa significa construir relaciones eternas, profundas, incondicionales, simples, cosa que nada tiene que ver con un montón de ladrillos, paredes o muebles".
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"Naty y Anto serán por siempre mis amigas" |
Diego Chertudi (Viajero de La Plata)
A las chicas las conocí de casualidad, un día antes de mi cumpleaños, amigos en común vinieron a mi fiesta en la playa. Desde ese día en adelante fue magia pura, formamos un grupo increíble que perdurará a pesar de la distancia. Y mira si el mundo es un pañuelo, que hablando sobre Paraná, teníamos a un gran amigo en común, "El Turco". Yo seguí mi rumbo y nos volvimos a reunir en Panamá. Como llegué antes que ellas, encontré un hostal de argentinos que me dieron trabajo, y les reservé lugar para cuándo llegarán luego de unos días. Anto y Naty son personas muy fáciles de querer, ya han pasado varios días de su partida y todavía los huéspedes y los empleados preguntan por ellas. Si algo aprendí de ambas, es que el proceso de la vida cuida de nosotros, ellas me lo mostraron con sus actitudes, con sus palabras hasta que comprendí que la vida nos lleva y que tenemos que dejarla actuar sin forzar nada.
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