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Saturday, November 30, 2013

Mariano Alvarez: De Paraná a Atlanta



Ingeniero en sistemas y oriundo de Paraná, Mariano vive desde hace 13 años en Atlanta, Estados Unidos, donde trabaja en la empresa Ingenious Med.


Mariano tiene 36 años, es hijo de la reconocida periodista Ana María y vive hace más de 13 años en Estados Unidos en la ciudad de Marietta, junto a su gata Mishka. Es ingeniero en sistemas y jefe de equipo en la empresa Ingenious Med.

Iniciaste tus estudios universitarios en la UTN en Santa Fe, pero luego viajaste a Estados Unidos. ¿Cómo fue tu experiencia?
Empecé la carrera de Ingeniería en Sistemas de Información, hice tres años y durante ese tiempo surgió la oportunidad de venir a Estados Unidos como estudiante de intercambio por un año, a un colegio técnico, lo que significó detener los  estudios por un tiempo. Me subí al avión con el objetivo de vivir en otro país, inmerso en una cultura distinta, en búsqueda de experiencias que me permitieran vivir cosas desde otro punto de vista y aquí sigo, 13 años después.


¿Realizar ese intercambio hizo que te instalaras en Estados Unidos?
Al cabo de un año, volví a Paraná para retomar mis estudios en la UTN. Me costó bastante readaptarme al sistema universitario por lo que empecé a averiguar la forma de terminar los estudios en Norteamérica.

¿Cómo hiciste para estudiar en una universidad estadounidense?
A través de Internet me comuniqué con muchísimas universidades para averiguar si sería posible transferir las materias que ya tenía aprobadas en la UTN y también si podría obtener alguna beca para solventar los estudios. La posibilidad era bien remota, pero perseverando di con una universidad que me aceptó como estudiante y me otorgaron una beca  cumpliendo así mi primer objetivo. Un año y medio después me gradué en la Universidad de Pennsylvania en  icenciatura en Ciencias de la Computación.

¿Tu familia pudo asistir a la graduación?

Por suerte, mis padres viajaron desde Paraná para asistir a la ceremonia en diciembre de 2001, recuerdo que era un momento tenso en Argentina, con el dólar disparado, la crisis económica y cinco presidentes en menos de dos semanas. Si bien en un principio mi intención era conseguir trabajo acá, para luego volver al país con un título y experiencia, ante la situación en Argentina decidí quedarme en Estados Unidos. Pasaron los años, y pude crecer laboral y personalmente. Ya llevo 13 años lejos de casa.

Vivís en Marietta, a unos 15 kilómetros de Atlanta. ¿Cómo es la ciudad?
Marietta es una ciudad de unos 60 mil habitantes, forma parte del área metropolitana de “la ciudad de los árboles”,  Atlanta. Es impresionante la cantidad de bosques y árboles que hay en la zona. Durante el otoño, todo es muy colorido al ver las hojas cambiar de color, y en la primavera todo está cubierto de flores. El clima es muy parecido al de Paraná, veranos calurosos y húmedos, con inviernos no tan fríos. Es raro que caiga nieve, aunque durante el invierno puede que suceda una o dos veces. Al ser una ciudad sureña, la gente es muy cálida, a los norteamericanos del sur se los reconoce por su hospitalidad y amabilidad. Atlanta es una ciudad enorme, atrae a gente de todo el mundo, por lo que tengo vecinos de todas partes: India, Japón y Francia, entre otros. También en mi empresa hay muchos empleados extranjeros. Lo lindo de todo esto es que te expone a la diversidad de las distintas culturas, permitiéndote ver cosas desde otra perspectiva.

¿Dónde trabajás?

Trabajo para la empresa Ingenious Med, que desarrolla sistemas de software médico usado en hospitales, consultorios y clínicas de Estados Unidos. Específicamente, estoy a cargo de la parte de desarrollo de las aplicaciones móviles, que  permiten que nuestros usuarios (generalmente doctores) usen el sistema a través de los smartphones. A mi cargo tengo un equipo de seis ingenieros de software.

En general y desde tu experiencia, ¿cómo funcionan las empresas norteamericanas?
Cada empresa es distinta. Trabajé para una empresa grande, en la que todo era muy rígido y estricto, donde cada empleado era un número más, me exprimieron hasta la última gota. En cambio, ahora estoy en una empresa con políticas totalmente opuestas. El ambiente de trabajo es súper relajado, no tenemos uniforme, los empleados podemos irnos a casa cuando terminamos con nuestras obligaciones. El horario de trabajo es flexible, entro a la hora que llego y me voy cuando siento que cumplí mi función por el día. En el edificio hay un comedor, tenemos la opción de almorzar ahí, de llevarnos la comida y comer en el break room (sala de descanso) o salir de la oficina. La empresa es genial, todos los meses, el grupo de trabajo de mi área organiza alguna actividad para fomentar la camaradería. El mes pasado fue el Hat Day (día del sombrero), en octubre festejamos Halloween y hemos hecho karaoke, tardes de películas y competencias con juegos. También se organizan torneos de softball y tenis. Y en estos momentos, ofrecen clases de yoga semanales. Estoy muy conforme donde estoy, a pesar de que recibo propuestas laborales a diario, me gusta lo que hago, para qué cambiar.

¿Es cierto que a las empresas les gustan los empleados argentinos?
Sinceramente, los norteamericanos saben poco y nada de los argentinos. Pero es verdad que somos muy resolutivos e imaginativos, capaces con pocos recursos de enfrentar problemas y llegar a soluciones de una manera eficaz. En la universidad me sucedió algo parecido, después de haber pasado por  la universidad pública argentina, estudiar acá fue relativamente sencillo. Yo creo que lo que me ha permitido avanzar en mi carrera, no ha sido tanto el conocimiento, no me considero un gurú de la tecnología ni un súper programador, pero fue el sentido común y el poder resolver problemas lo que me ha abierto varias puertas. A diario, tengo que responder a un gran número de complicaciones de una manera eficiente y rápida, y dar explicaciones con fundamentos sobre por qué tome cada decisión.

¿Cómo es un día en tu vida?
Trabajo de lunes a viernes, 40 horas a la semana. El horario es flexible, pero por lo general trato de estar alrededor de las 9 de la mañana, con un break de una hora para almorzar. Y cuando  salgo voy a jugar al tenis. La ciudad tiene la liga de tenis amateur más grande del mundo, con más de 100.000 jugadores, y 8.000 canchas en todo el área. No me quedó otra que engancharme con este deporte, aunque no sea Delpo, me defiendo.

El año pasado, por fin, obtuviste la green card. ¿Te costó conseguirla?
Sangre, sudor y lágrimas. Es un proceso muy largo y costoso por el que uno pasa mucha incertidumbre. El proceso tiene muchas etapas con distintos requisitos, con la posibilidad de que te rechacen por cualquier motivo. Desde el atentado de las Torres Gemelas, las leyes de inmigración se han vuelto muy exigentes. Si bien el número de solicitudes ha crecido exponencialmente, el gobierno pone un límite en el número de aplicaciones que procesa cada año, el cual es el mismo desde hace 30 años. Cada vez que iba a Argentina a visitar a mi familia, no sabía si iba a poder volver por las trabas que te ponen. Tenés que tener la visa al día, solicitar permiso para salir del país y para volver a entrar, etc. Todo esto se hace a través de un abogado, nada económico. Una vez que el proceso comienza, te colocan en el sistema y te asignan una posición en la fila. En mi caso, ingresé al sistema en julio de 2006 y recién el año pasado procesaron mi solicitud. Ahora que me la han otorgado, puedo vivir tranquilo y viajar sin problemas.

Y durante tus vacaciones, ¿solés viajar?
Viajar es mi pasión, trato de conocer un país y una cultura nueva cada año, además de reservarme un par de semanas para ir a Paraná y ver a mi familia y amigos. Durante los fines de semana, además del tenis, hago senderismo. Los Montes Apalaches no están  muy lejos de donde vivo, así que a veces trato de disfrutar de sus paisajes.

Atlanta es una ciudad que recibe artistas y músicos de toda parte del mundo. ¿Vas a los recitales?
Me encantan los recitales, me gusta la música en vivo, he visto a todas las bandas que de chico ni me hubiera imaginado, es mi sueño de pibe. Uno de los mejores recitales fue, sin dudas, el de Los Pericos. Al verlos tocar aquí, la nostalgia inundó mi corazón, escucharlos era como estar en casa. Recuerdo que fui con mi grupo de amigos argentinos, es increíble como la música te despierta ese tipo de sensaciones al estar tan lejos de tu tierra. Hasta el tango toma un color totalmente distinto.


¿Qué es lo que más extrañás de Paraná?
Mi familia y amigos, y Paraná en sí: las vueltas del perro en el parque, pasear por la costanera, tomar un helado mirando al río, caminar por la peatonal y cruzarme con gente conocida, tomar una cerveza en el bar de la plaza 1˚ de Mayo, cruzar  por el túnel y ver la ciudad a la orilla del río e ir a ver básquet, sea Echagüe o Sionista. Acá voy a los partidos de los Atlanta Hawks de la NBA, pero no se compara con los partidos de la Liga Nacional.


 

En el pasado junio, como todos los años, tuvo lugar la Conferencia Mundial de Desarrolladores (WWDC, Worldwide Developers Conference) de Apple en la ciudad de San Francisco. Con una capacidad para 6.000 personas, las entradas se agotaron en tan sólo 79 segundos. Desarrolladores de todo el mundo desean participar de este evento para conocer el futuro de iOS y OS X, lo que les permitirá desarrollar nuevas e increíbles apps(aplicaciones) con innovadoras capacidades. Mariano tuvo la suerte de ser uno de ellos y asistir a algunas de las cien sesiones técnicas presentadas por más de 1.000 ingenieros de Apple. Además, cada año, se celebra el certamen Apple Design Awards que premia las apps para iPhone, iPad y Mac más destacadas por su excelencia técnica, innovación y diseño. Y en esta oportunidad, la revelación más importante fue dar a conocer el último sistema operativo para los dispositivos de Apple, el iOS 7. “Tuve la suerte de que mi empresa aprobara mi asistencia a la conferencia, encargándose de todas las expensas (hotel, vuelo, comidas y entrada). Durante ese minuto, cuando Apple puso las entradas en venta por internet, fui uno de los 6 mil agraciados en poder comprarla, miles de personas se quedaron fuera. Lo que más me llamó la atención fue la impecable organización de cada evento. Participé en unas 20 sesiones y todos los expositores demostraron un nivel de profesionalismo increíble”, cuenta Mariano.

Sunday, November 17, 2013

Dos hermanos extremos


Julián y Mariano Cisterna, son paranaenses, hermanos gemelos, amantes de la naturaleza, de los viajes y los deportes extremos.




Conocidos como los “Mellis Cisterna”, aunque son gemelos, comparten la pasión por los deportes alternativos. Influenciados en su infancia por la película “Los bicivoladores” o las competencias de TV X-Game, estos hermanos comenzaron a practicar el descenso en bicicleta sobre montaña a muy temprana edad. Luego de varios años, la aventura sigue manteniéndolos unidos. Julián es fotógrafo, trabaja en la empresa Element Tour, con sede en Córdoba capital y Barcelona y Mariano es licenciado en Kinesiología y Fisioterapia, entrenador personal y profesor de la cadena de gimnasios CEDASA, ubicada en Andorra.

¿Qué deportes practican?
Desde chicos hemos incursionado en los típicos deportes de club, natación, básquet y rugby. Recuerdo que además, hacíamos remo y nos cruzábamos el río Paraná en piragua hasta la isla a jugar al fútbol. Pero de mayores, nos llamó la atención la práctica de los deportes alternativos, y de esa manera nos involucramos con la bicicleta todo terreno o mountain bike. En mi caso, incursioné con el buceo, el vuelo en parapente, la escalada en roca y todo lo que tenga que ver con la nieve y la montaña, relata Julián.
En cambio, yo soy más de la tierra, ahora estoy compitiendo en una novedosa disciplina que se llama Enduro BTT (Bicicleta Todo Terreno). La misma consiste en subir pedaleando hasta la cima de la montaña y descender por senderos escarpados donde gana el más rápido en bajar. Este año, participé en una fecha de la Copa del Mundo de Enduro BTT en la localidad de Les Deus Alps (Francia). Fue una experiencia increíble, logré colarme entre los 100 primeros, ¡Nada mal para un aficionado! También practicamos ski alpino, snowboard, randonne (subir con esquíes a picos de montaña), buceo, senderismo, entre otros más, cuenta Mariano.

¿Julián has competido en alguna de estas disciplinas?
Competí en un par, aunque la esencia de la aventura es siempre lo más importante y lo que más me llama la atención. La competencia es fundamental para medir el nivel de destreza con otros participantes y así mejorar en lo que hace falta. Allí emergen dolores, problemas, frustraciones y alegrías que en los entrenamientos no aparecen o son difíciles de encontrar. Competir en deportes individuales te obliga a tener que resolver las situaciones por vos mismo, sacar lo mejor de uno para lograr el resultado esperado.  

¿Qué es lo que los motiva de estos deportes?
Practicamos esta clase de deportes ya que es lo que nos hace sentir vivos, es el cable a tierra, una pasión y que nos motiva cada día a ser mejores personas: tanto atletas como profesionales.
En cada momento que volamos en parapente o los fuera de pista en ski, por ejemplo, la adrenalina, en forma controlada, aumenta. Lo importante es tomar todas las precauciones para practicarlos con seguridad y reducir al mínimo los problemas. Es muy importante estar preparado física y técnicamente.
Pero, muchas veces, por determinadas circunstancias suceden cosas que nos toman por sorpresa, y es ahí cuando la adrenalina se dispara, es como una sobredosis. Generalmente, sucede cuando se pierde el control por unos instantes, el miedo hace que el cuerpo se active para resolver dicha situación, cuenta Julián.

¿Qué es lo más loco que han hecho practicando estos deportes?


Lo más loco que he hecho por subir la adrenalina fue saltar una “pileta de sal” de 7 metros con mi bicicleta. Esto sucedió en el Salar de Uyuni en Bolivia. Recuerdo que entre sacar fotos y tomar sol, no había mucho más para hacer y se me ocurrió armar una rampa de sal, compactando un montículo que allí había, los turistas extranjeros estaban más que contentos por el espectáculo gratuito, dice Julián.

¿Alguna vez les pasó algo grave?
Mariano: He tenido varios sustos, con la bicicleta y alguno con la moto pero lo más peligroso que me ha pasado, fue algo que sucedió en un segundo. Era un día de invierno, salía de trabajar temprano y decidí subir a la montaña para hacer snowboard. Subí a lo más alto de la estación, caminé sobre la cresta de la montaña para poder descender por una zona virgen por la cual había bajado varias veces. Mi error fue que a mitad del descenso, decidí pasar un muro por otro lado, que no conocía. No iba rápido, pero de repente perdí el control en la frenada, al segundo siguiente, estaba cayendo por un precipicio de unos 20 metros, parecía un sueño, aunque me puse alerta inmediatamente y consiente de la situación, pude dar un primer impacto a mitad de la caída, con la tabla sobre la roca, lo que me ayudó a evitar un gran golpe. Al final, caí sentado al fondo del precipicio, sobre la nieve y con las pulsaciones a mil. Respiraba muy agitado e intentaba interpretar todo lo que había pasado, vi mi tabla partida y enseguida toqué mis piernas, por suerte todo parecía estar bien. Solo tenía un gran dolor en la zona lumbar. No podía ponerme de pie, ni arrastrarme, tampoco había avisado a nadie para que supiesen que iba a la montaña, ninguna persona me vio por la zona, lo único que me salvó fue el celular, cuenta Mariano.

Julián: Estaba esquiando junto a tres amigos en Beaver Creek, Colorado y en un momento, a raíz de la velocidad y el desnivel del terreno me desvié de la trayectoria y me aparté de ellos. Pasé 4 horas solo, hasta alcanzar la ruta. No podía volver sobre mis huellas porque era imposible por la cantidad de nieve virgen que había. Aunque estaba bien equipado tuve que pasar por momentos muy difíciles donde un error me hubiese costado muy caro. Me comuniqué con mis compañeros pero no podían oír mi silbato de rescate, así que continué buscando la salida hacia el oeste, pero llegó un punto que era impenetrable. Me encontraba en el fondo de un cañadón entre una ladera escarpada de 300 metros con nieve y arbustos secos y una pared casi vertical de 30 metros. No podía ver que había arriba, por la perspectiva, ambas laderas estaban separadas por un pequeño río de montaña tapado por metro y medio de nieve donde se escuchaba y se podía ver correr el agua por pequeños hoyos. Recuerdo que en el momento cumbre me dije: “No te desesperes, no te desesperes, si tenes que salir saldrás”. Lo cómico fue que unos días más tarde, vi la película “127 horas”, sobre un escalador atrapado en una grieta, y en el instante de máxima desesperación el protagonista se auto dice lo mismo. ¡De todo se aprende, hasta de las películas!, relata Julián.

 ¿Cómo salieron de esa situación?
Julián: Mis amigos habían preparado cuerdas, luces y raquetas para buscarme, mientras yo intentaba salir por mis propios medios ya que nada era seguro allí y solo me quedaban menos de 2 horas de luz. Sabía que el norte era mi rumbo, orientando por mi brújula, mezclando técnicas de escalada (repartir el peso equitativamente entre los puntos de apoyo para no desmoronarme), persistencia, motivación de mis amigos por teléfono y un buen estado físico me sirvieron para pasar esa difícil prueba. Luego, hablando, nos dimos cuenta de que ellos estaban preparando el rescate por otro camino y si los hubiera esperado nunca hubieran llegado a tiempo. Por eso, la ayuda de terceros no es siempre la mejor alternativa para salir de un problema, muchas veces tenemos la solución frente a nuestras narices y no la vemos.

Mariano: En mi caso, mi única alternativa era el celular, con el cual pude llamar a rescate de montaña, que gracias a un amigo lo había agendado el día anterior, vinieron rápidamente a socorrerme y llevarme al hospital. El primero en llegar fue un argentino que trabaja en la estación de esquí, alucinaba con que estuviese vivo, porque durante el invierno anterior, justo en esa zona se cayó una chica, lamentablemente sin la misma suerte. Por sorpresa, después de varios estudios, solo tenía desgarros musculares en una pierna y una fuerte contusión en la columna pero sin consecuencias. Sin duda, lo que me salvó la vida fue todo el trabajo físico que he hecho en el gimnasio desde que empecé a practicar esta clase de deportes. Desde entonces, suelo ir siempre acompañado o avisar donde estaré. Llevo primeros auxilios, comida, fuego y el celular (siempre cargado completamente), en los bolsillos y en la mochila. Nunca se sabe cuándo los tendremos que usar.

Hablemos sobre sus profesiones. Mariano trabajas para la cadena de gimnasios CEDASA, exactamente en Urban Gym localizado en el centro de Andorra ¿Cuál es tu función?
Trabajo de profesor y dirijo actividades grupales de todo tipo como spinning, TRX, reeducación postural, entre muchas otras. Principalmente, realizo entrenamientos personales con gente que padece alguna lesión o simplemente quiere mejorar su condición física. Me desempeño entre la enfermedad como fisioterapeuta y la salud, como entrenador personal. Ambas profesiones son altamente combinables.

Julián sos fotógrafo freelance para competencias de deportes extremos y turismo, trabajas en Element Tour, empresa que ofrece actividades deportivas en contacto con la naturaleza, entre ellos los Flying Tour por Europa. ¿Cómo son estos eventos?


Los Flying Tour son viajes donde recorremos la mayor cantidad de los centros de vuelo libre más conocidos del viejo continente en búsqueda de volar alto y lejos, como así también, relevar información precisa para el armado de los siguientes tours de vuelo que ofrecemos a nuestro público consumidor en Element Tour.
Por otra parte, trabajo documentando fotográficamente las competencias más importantes de la temporada de verano de Europa como: Campeonatos Mundiales, Copas del Mundo, Nacionales y Regionales de acrobacia en parapente, vuelo de distancia y  XC -Cross Country.

¿Cómo surgió la empresa?
Element Tour nació de la necesidad actual de ofrecer productos de turismo alternativo acorde a la demanda y tendencias de nuestro público consumidor. Apostamos a la innumerable oferta de actividades y trabajamos en el desarrollo de nuevos productos para que los clientes puedan vivir la sensación de los diferentes “elementos” como el aire, el agua, la tierra o la nieve. Deseamos compartir y contagiar esta pasión por vivir el momento para aquellos que por si solos no lo puedan lograr. Element Tour trabaja duro para que las personas obtengan “su momento de gloria” con profesionalismo, coordinación, seguridad y a un precio accesible. No es fácil, pero sabemos que tampoco es imposible.

¿Cómo se te ocurrió ser fotógrafo de aventura?
Creo que he tenido la suerte y la curiosidad de llevar mi oficio más allá de mis comodidades descubriendo una verdadera pasión. Mis mejores fotografías han sido en circunstancias inusuales, captando la realidad en agua, en tierra, aire o nieve, con climas muy variados desde una tormenta en la montaña, lluvias, nevadas hasta un día perfectamente soleado. Adaptarme al medio es parte de mi trabajo.
Encontré en la “Fotografía de Acción” mi especialidad para captar esos pequeños pero grandes momentos que marcan la diferencia, son mi sello, mi estilo.

Mariano, llegaste a Andorra como parte de un viaje buscando un cambio personal, y llevas cuatros años. ¿Cómo es vivir en un país de 486 km2 con una capital de sólo 76.000 habitantes, en su mayoría, andorranos, españoles, franceses y portugueses?
Andorra es un país de acogida de varias nacionalidades, además de los que nombraste podes encontrar muchos alemanes. Básicamente, gran parte de los trabajadores y profesionales que nos desempeñamos aquí somos todos extranjeros. He hecho amigos de todas partes del mundo desde marroquíes hasta ingleses, sudamericanos, filipinos, franceses entre otros. Compartir nuestras culturas nos da mucha vida. Además el idioma oficial es el catalán. Aprendí a hablarlo porque creo que es la forma de involucrarse con la cultura local. Es el único país del mundo que posee esta lengua como idioma oficial. También es hablada en todo el área vecina de Cataluña (España).

¿Cómo es tu vida allá?
Es increíble. Para que te des una idea, si la calidad de vida en Europa es alta, en Andorra es aún mayor. Aquí casi no hay delitos, algo impensado en cualquier otro país. La vida es muy tranquila en lo que a seguridad respecta. Casi no hay tasa de desempleo y la relación remuneración/costo de vida es más que aceptable. Con un trabajo estable no te va faltar ninguna necesidad básica. Además, es muy interesante, solo con cruzar de Andorra a Francia, cambia todo: el idioma, las comidas, la arquitectura, la gente. Lo mismo pasa en España o cualquier otro país vecino de Europa. Viajar aquí es rápido, económico, fácil y práctico. Sinceramente, no imagino haber podido conocer todos estos países residiendo en Argentina.

En el mes de julio, Andorra organiza un famoso festival internacional de jazz, ¿has podido asistir alguna vez?
Aquí se organizan festivales y eventos internacionales de todo tipo. Debido a que uno de los principales ingresos del país, es el turismo, para atraerlos se organizan distintas actividades para todo tipo de público. Intento no perderme ningún espectáculo. Por ejemplo, este año hemos tenido una fecha del Campeonato Mundial de Ski, Moto Trial y de Mountain Bike.
Además el Circo Du Soleil, estuvo presentando un espectáculo gratis, subvencionado por el gobierno, durante dos meses, en el verano. El último evento importante hasta ahora, ha sido la Vuelta Ciclista de España que moviliza más de cinco mil personas al día.

¿Qué es lo que más te gusta?
Andorra es hermoso y único. Es un país inmerso en montañas donde sus ciudades se funden con el bosque. Uno de mis lugares preferidos, es ver el paisaje desde El Comapedrosa, el pico más alto de Andorra con 2.942 metros. Impactante es la palabra que describirían las vistas desde ese lugar.
Y Europa en general, es increíble por su cultura, geografía y diversidad. Está todo al alcance de la mano, solo hace falta tiempo para poder conocer nuevos lugares o regresar a los que más te gusten. Con respecto a mi profesión, he podido realizar un sinfín de posgrados, cursos de perfeccionamiento y la posibilidad de conocer nuevas técnicas. La mayoría los he realizado en Barcelona, que se ha convertido en un sitio de vanguardia para crecer profesionalmente.




¿Extrañan Paraná?
Mariano: Me fui hace más de 10 años, al principio uno extraña la ciudad y regresa seguido a visitar a la familia y los amigos. Pero es cierto, que cuando te hechas a volar, no podes parar, este mundo es tan grande, queres verlo todo, y no hay vida que alcance para poder recorrerlo. 

Julián: Sí por supuesto. Siempre intento ir de visita aunque sea una vez al año. Para mí, ver a mi familia y mis amigos es super importante, es como recargar pilas y también la forma de compartir.

  
Julián y su experiencia en el Mont Blanc:



Hace unos días llegó de su viaje por Europa, donde estuvo haciendo fotos para los pilotos que compiten en la Copa del Mundo de acrobacia en parapente. Junto a ellos viajó y voló por distintos países, siguiendo las competencias con su cámara. Uno de los lugares que visitó fue Chamonix, Francia (el corazón de los Alpes y la meca de los deportes alternativos), donde logró realizar una azaña poco común en el mundo del vuelo libre: alcanzó la cima del Mont Blanc (la montaña más alta de Europa) despegando a 1.900 metros, sobrevolando en parapente durante más de tres horas, a más de 5.000 metros sobre el nivel del mar para luego aterrizar en su cima. “El vuelo fue increíble, sobrevolé paredes abismales de miles de metros y térmicas (aire ascendente) muy fuertes hasta lograr llegar a lo alto del Mont Blanc donde aterrizamos en la cima repleta de nieve. Fui el primer y único argentino en lograrlo”, relata Julián.



Julian Cisterna Photography








Mariano Cisterna Fisio & Personal Trainer







Sunday, November 10, 2013

Lucia Antonio: Amor a la mexicana

Es una joven paranaense, radicada hace 12 años en México. Tiene 25 años, amante de la naturaleza y los deportes alternativos.



Lucía, lleva más de una década viviendo en centro américa, es modelo y trabaja como imagen para marcas comerciales. Su aventura comenzó en el 2001, persiguiendo el sueño de su hermano, la familia completa dejó Paraná y se trasladó a México.

¿Por qué México?
Nuestra historia comenzó siguiendo el sueño de mi hermano Pablo, quien fue contratado por club de Necaxa, por lo que mis padres tomaron la decisión de radicarnos en la Ciudad de México. Recuerdo el día en que se vendieron todos los muebles de la casa, se completaron los papeleos, las tristes despedidas y emprendimos juntos, como familia, está aventura.

¿Cómo fue el impacto de llegar a un país nuevo?
México un país impresionantemente, hay gente por todos lados, autos, luces gigantes. Era algo novedoso y llamativo. Mi papá empezó a trabajar, mi mamá se ocupó de la casa, mi hermano jugaba al fútbol, mi otra hermana comenzó sus estudios en Administración de empresas y yo empecé la secundaria, ya que me faltaban unos años para terminar.

¿Te costó adaptarte?
Al principio, fue duro. No fue fácil la adaptación a una escuela nueva, mis compañeros se reían de mi acento y terminaba siendo el blanco de todas las burlas. Lloraba todos los días, pensando solamente en cuando íbamos a volver a Paraná. Pero, luego, con el tiempo y la ayuda de mi familia, pude conocer gente y hacer amigos. Y así pasaron los años, los viajes, asistiendo a fiestas, creando grandes amistades, risas, llantos, de todo un poco.

Ya asentada y viviendo feliz, en 2006, la tragedia toca tu puerta…
El 26 de febrero de ese año, fue el día más triste de mi vida, uno nunca imagina que llegara, o por lo menos no tan pronto, mi mamá, la persona que más amo en este mundo se fue con Dios. Es una realidad muy difícil de superar, hasta el día de hoy. Luego de ese terrible día, me enfoque en terminar la secundaria y comencé a trabajar para salir adelante por mi cuenta, pero siempre con la compañía de mi familia, por supuesto. De entonces, trabajo como modelo de imagen para marcas comerciales en distintos eventos por todo el país.
El evento más importante para el cual estoy contratada es realizar promociones el día que juega de local el equipo América en el Estadio Azteca. Sin duda es algo increíble, más que un trabajo es una oportunidad única de ver a tus jugadores favoritos a pie de campo.

Cinco años después te casas con un chico mexicano. ¿Es México definitivamente tu hogar?


Sí, ya soy una más de aquí. A los 15 años conocí a Abdel –mi marido-, quien me cambió la vida. Llevamos 2 años casados y todavía sigue sorprendiéndome con sus actitudes y con el amor que me da. Somos una pareja muy divertida, cariñosa, aventurera y nos llevamos muy bien.
Tuvimos una boda preciosa, al estilo mexicano, decorado en blanco y rojo, con damas de honor y haciendo “la Víbora del amar”. Es una tradición en la que los novios se suben a una silla, y se agarran de los brazos, luego los invitados pasan por debajo tomados de la mano, primero las mujeres, quienes tratan de tirar a la novia y después los hombres, tratando de derrumbar al hombre.

¿Cómo se conocieron?
Abdel trabajaba en una disco para teenagersrepartiendo publicidad e invitaba a los chicos y las chicas de los colegios para que vayan a bailar allí. Un día se apareció en la puerta de mi escuela y ahí nos vimos por primera vez. Según él, dice que yo tenía una actitud indiferente, lo que él no sabía que fue flechazo a primera vista, me volvía loca. Poco después empezamos a salir y en 2010, cenando en el restaurante giratorio Bellinis en la punta del World Trade Center con un hermoso anillo, me propuso matrimonio.

También viviste en Costa Rica. Contanos sobre tu experiencia allí.
Mi padre y mi hermano junto a su familia, viven allá, por lo que decidimos con Abdel irnos un tiempo. Vivíamos en la provincia de Heredia, a unos 20 minutos de San José. La vida es muy tranquila, totalmente opuesta a Ciudad de México. Es un país pequeño, muy turístico gracias a sus dos mares: el pacifico y el caribe. Es un pequeño paraíso donde abunda la naturaleza, es la localidad del famoso Volcán Poas, infinitas playas como la isla de las tortugas. Casi todo es virgen, no existen grandes hoteles, y predomina una arquitectura rustica que se armoniza con la naturaleza.

¿Qué te gusta hacer en tus ratos de ocio?
Me gustan los deportes, soy amante de la aventura. Me gusta escalar, hacer rafting y correr. Me he propuesto el desafío de correr un maratón. En Costa Rica, nos tiramos de una tirolesa que recorre la selva por tramos de un kilómetro. Además tuve la experiencia de tirarme en paracaídas en tándem (con el instructor) en un lugar llamado Teques, aquí en México, desde 13.000 pies. Fue algo impresionante. Al principio, no te voy a negar que iba con mucho miedo, pero una vez arriba, me dije hasta acá llegué y sin pensarlo, salté. En ningún momento cerré los ojos, sentía que volaba, ver el mundo a tus pies es algo impactante que no se puede describir. Cuando toque tierra, sólo quería volver a subir para saltar de nuevo.

¿Te gusta la comida centroamericana?
Soy un poco delicada con la gastronomía de centro américa. El plato típico en Costa Rica es el “Gallo Pinto”, arroz con frijoles. De México, me encantan los tacos, pero tienen un sinfín de platos. Extraño los ñoquis, las milanesas y las empanadas argentinas. La familia de mi marido es muy tradicional mexicana, y me han hecho probar todos los platos típicos nacionales. Al principio, me costó, por ser sabores tan distintos y fuertes, pero con el tiempo mi paladar se fue adaptando. Aprendí a cocinar muchos platillos mexicanos que me enseño mi suegra y a familia se junta casi siempre los domingos a almorzar.

¿Cuál es tu lugar favorito?


Playa del Carmen, las playas del mar caribe son sitios maravillosos, con mar turquesa y arena blanca. En el parque arqueológico Xcaret, se encuentran los cenotes (ríos subterráneos), ideales para bucear o para hacer un paseo en piragua.  Por la noche, realizan un show de un antiguo juego de pelota entre los Mayas y Aztecas. Sin dura es uno de los sitios más asombrosos que he visitado.


¿Cuáles son tus planes para el futuro?
Me gustaría tener hijos, volver a Argentina por el momento no es una opción, México se ha convertido en mi hogar hace muchos años. Acá lo tengo todo, mi familia, mi esposo, mis amigos. Soy tía de unos niños increíbles, Julia y Daniel. Y profesionalmente, hay más oportunidades para crecer.